Marzo 2023

miércoles, 9 de noviembre de 2011

TEMA IV . LOS MOVIMIENTOS SOCIALES. EL DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO.




 1.  La condición obrera en los inicios de la industrialización.
 
1.1. Industrialización y nacimiento del proletariado:


Una de las consecuencias de la industrialización es el nacimiento del proletariado, cuyo único capital es su trabajo. El origen del término es latino y designaba a las clases más bajas de Roma. Marx lo aplica a los “esclavos de la época moderna”. Si bien nadie puede poner en duda que el  proletariado es producto de la revolución industrial, deben considerarse algunas matizaciones:

a)  En el campo había un proletariado rural antes de la industrialización, que crece de forma importante en Inglaterra a partir del siglo XVI, y sobre todo, desde el XVII, como consecuencia de las enclousures.

b)  Desde los siglos XVII y XVIII, se observan concentraciones obreras en las manufacturas, reales o libres, en muchas zonas de Europa.

c)  La  revolución  industrial  desarrolló  tanto  el  sistema  de  fábrica  como  la industria a domicilio para actividades puramente manuales.

Estas  observaciones  preliminares  conducen  a  emplear  con  prudencia  el  término proletariado,  aunque parece evidente que sin la revolución industrial, no habríamos conocido jamás una  concentración semejante de proletarios como la que se produce. Naturalmente el distinto ritmo en el  proceso de industrialización indujo diferencias considerables en el proceso.
También  hay  que  matizar  conceptos  que  se  utilizan  a  veces  de  forma  confusa: proletariado, clase obrera, ¿se puede hablar de una clase obrera? En el siglo XIX, a los obreros  cualificados  se   oponían  los  obreros  no  cualificados;  con  el  proceso  de mecanización y el perfeccionamiento de las máquinas, se amplió singularmente la gama de  posibilidades  intermedias  entre  el  peón  y  la  categoría  superior  de  los  obreros profesionales, incluyendo un amplio abanico de obreros especializados. En realidad la nueva sociedad industrial es complicada y jerarquizada en relación a las sociedades industriales anteriores  (maestro,  oficial  y aprendiz).  Entre  los  obreros  aparece  una jerarquía de salarios y valores, como lo demuestra la experiencia del movimiento obrero francés en el XIX: fue dirigido por una aristocracia obrera, por obreros de oficios nobles como tipógrafos y encuadernadores. Las masas permanecieron largo tiempo indiferentes a la acción y penetración de las nuevas ideas. Por otra parte, la industrialización creó ocupaciones no obreras, como contables, secretarios, tenedores de libros, antecesores de los “cuellos blancos”, cuya función no deja de crecer.

En este sentido, fue en su día interesante el debate que se produjo en la historiografía de  la escuela  del  materialismo  histórico,  hoy sobrepasado  por  los  acontecimientos históricos, pero  que  se  insiste  en  ello  reeditando  la  obra  de  E.P.  Thompson,  un revisionista dentro del marxismo, (marxismo humanista)  que define una clase como un fenómeno histórico, y a la clase obrera inglesa la concibe como la fusión de dos grupos, los artesanos por una parte, y por otra, la masa de obreros  industriales, siendo los primeros la guía. Para él es la experiencia de luchas y crisis la que lleva a la formación de esa clase obrera; fue el combate político contra una clase dominante, la burguesía, más que las condiciones económicas, lo que condujo a la creación de esa clase.

1.2. Condiciones de vida y trabajo de los obreros:

La progresiva introducción de maquinaria y de nuevas técnicas productivas, condujo a la ruina de muchos talleres artesanales en algunos sectores como el textil, mientras que en otros permitía a los patronos introducir cambios en las condiciones de trabajo, como la sustitución de varones adultos por niños y mujeres.

La situación de los obreros industriales era desde el principio distinta a la de los trabajadores de la artesanía: en las fábricas la actividad laboral estaba sometida al ritmo impuesto por las máquinas, de  forma que los asalariados habían perdido el control artesanal sobre los ritmos y el proceso de trabajo.

Al mismo tiempo, la mecanización provocó dos cambios substanciales en el mundo laboral:

-           Con las máquinas se podían emplear mujeres y niños con menor salario que los adultos, cuya fuerza física ya no es necesaria.

-           La  concentración  en  fábricas  y  el  deseo  de  amortizar  las  inversiones rápidamente, llevó al establecimiento de largas y rigurosas jornadas laborales (lo corriente eran 14 horas, 13 escasa, 15 no excepcional)

¿Mejora o empeora el nivel de vida de los trabajadores en Inglaterra? Sólo a partir de la mitad del  XIX se producen reducciones de  importancia en la jornada laboral  y comienzan los trabajadores a  poder acceder a los nuevos bienes de consumo de la industria; por otra parte, en estas fechas disminuye el trabajo infantil.

En otros países europeos la industrialización es más lenta y por ello el predominio de los  oficios  tradicionales  se  mantuvo  más  tiempo.  En  Francia,  durante  el  Segundo Imperio, estaba concentrada  en cuatro focos: París, Lyón, Normandía y el Norte. El trabajo de mujeres y niños, aunque no tan extendido como en Inglaterra en la primera revolución industrial, era frecuente y mal pagado: en general el salario de una mujer era la mitad y el de los niños la cuarta parte que el de un hombre. También a mitad de siglo se producen algunas mejoras: suben los salarios, la jornada se reduce, en especial para los niños   y se construyen barriadas obreras.

En Alemania el desarrollo de la clase obrera moderna es más tardío, aunque su ritmo de crecimiento fue muy rápido a finales del XIX y principios del XX. En esos casos, al tiempo que se creaba una poderosa industria metalúrgica (sobre todo en el Rhur), los salarios y las condiciones de vida de los trabajadores mejoraron gracias al desarrollo de un sistema de seguros impulsado por Bismark para casos  de enfermedad, invalidez o vejez.

2.  Los socialistas premarxistas.

El socialismo premarxista se basa en las instancias más diversas: en el siglo de las luces, en las  premisas  políticas  de  la  revolución francesa, en  la  economía política clásica, en las conquistas de la ciencia y sus aplicaciones industriales, y sobre todo y en primer lugar, en las condiciones sociales de las masas trabajadoras como consecuencia de la primera revolución industrial.

El pensamiento premarxista puede entenderse como expresión de la reflexión social de la época de la primera industrialización. No hay demasiados nexos comunes entre los distintos pensadores, aunque puede afirmarse que en general prefieren la evolución a la revolución,  los medios  pacíficos  a  los   violentos.  En  muchos  casos  más  que  el enfrentamiento de  clases predican la  concordia, no  centran  el  cambio  social  en  la capacidad revolucionaria del proletariado, sino en el convencimiento  progresivo y la aceptación de la burguesía de la necesidad de cambio. Prestan más atención a los proyectos de una sociedad socialista futura que a los medios para alcanzarla.

a)  El trabajo en la sociedad industrial: Todo el pensamiento socialista premarxista tendió  a  aclarar  cómo,  en  las  relaciones  de  producción  del  capitalismo,  el hombre, el obrero, habían perdido toda importancia y estaban a merced del frío cálculo económico: aparece entonces la comparación con sociedades anteriores, sobre todo con la medieval, el “idilio medieval”. El siguiente paso lógico es la comparación  entre  la  esclavitud  del  mundo  antiguo  y  el  status  social  del trabajador moderno. Llegó incluso a anticiparse lo que sería la “ley de bronce del salario”: el trabajo era disputado por todos los que no lo tenían y que como “ejército  industrial   de  reserva”  aspiraban  a  insertarse  en  la  condición  de “esclavitud”.
El trabajo era concebido como el factor principal del proceso de producción, y a él se debían adecuar tanto las máquinas, como la retribución y la vida social en general en la necesaria reestructuración socialista.

b) La propiedad, la sociedad capitalista y las reformas:   La economía clásica y el capitalismo fueron el principal blanco de los ataques de los protosocialistas. Rechazaban las elaboraciones de la economía librecambista, con su individualismo egoísta, de búsqueda de ganancias y de éxito monetarizado, y todos  coincidían en sus juicios sobre la máxima expresión económica de la sociedad capitalista: la propiedad, que concebían como un fenómeno histórico. Afirmaban el carácter nocivo de la propiedad, y examinaban el problema de su acumulación. Diferían en cambio, en cuanto a las soluciones propuestas:

- Unos querían la revolución social, violenta o no.

- Otros eran partidarios del reformismo gradual.

El  problema  fundamental  era  el  de  la  igualdad:  pensaban  que  el  hecho económico  destruía la igualdad básica que ellos consideraban natural, aunque yendo más lejos que los abstractos enunciados de la Declaración de los Derechos del Hombre.

c)  La educación y la liberación de los trabajadores: Otro tema fundamental en la problemática de los premarxistas fue la educación: los socialistas se presentaron ante todo como educadores para las reformas o para la revolución, así como para la preparación de la nueva sociedad revolucionada.

El  último  razonamiento  fundamental  de  los  protosocialistas  fue  el  de  la liberación del mundo del trabajo y dentro de este marco, el de la emancipación de  la  mujer.  Para  ellos  la   organización  de  los  obreros  (más  tarde  esa organización tendrá forma sindical) es la única utilizable para mejorar la suerte de los trabajadores. El paso siguiente se producirá con el  marxismo, con la creación de partidos obreros.   Relacionado con el problema de la defensa  del trabajo y de sus resultados estaba el tema de la emancipación de la mujer, y sobre este tema, se observa que todos los pensadores eran sumamente abiertos e incluso algunos eran decididamente feministas.

Los autores más representativos son: Saint-Simón, Fourier, Louis Blanc  y Cabet.

3.  El marxismo:





3.1. Las bases filosóficas: el materialismo dialéctico: 

Puede decirse que el marxismo ha  tenido  tres  fuentes  o  que  ha  combinado  tres  corrientes  nacionales:  el revolucionarismo francés, la revolución industrial inglesa y la filosofía alemana.

En primer lugar, si en Francia se había producido una revolución, ésta podía producirse de nuevo: lo que habían hecho los burgueses podían hacerlo los obreros. Las jornadas de junio en Francia fueron consideradas por Marx y Engels como una manifestación de la lucha de clases universal.

El segundo aspecto queda bien reflejado en Engels. Este se dedicaba a la industria del algodón en Manchester y en 1844 publicó un libro revelador sobre “la situación de las clases trabajadoras en Inglaterra”. La humillante situación de los trabajadores era un hecho real. Los obreros recibían una parte relativamente pequeña de la renta nacional y una gran parte del producto de la sociedad se  reinvertía en bienes de capital que pertenecían, como propiedad privada, a personas privadas. También era una realidad que el gobierno y las instituciones parlamentarias estaban en manos de los  ricos. Se afirmaba, en general, que la religión era necesaria para mantener en orden  a  las  clases   inferiores.  Todos  estos  hechos  se  hallan  recogidos  en  el “Manifiesto Comunista” de 1848:  “¡El obrero es despojado de la riqueza que él mismo ha creado! ¡El Estado es un comité de la burguesía para explotar al pueblo!



¡La religión es una droga para mantener al trabajador soñando pacíficamente con imaginarias recompensas celestiales!”. Marx y Engels consideraban que el obrero no podía ser leal a nada, excepto a su propia clase. El proletariado no tenía patria: todos y en todas partes tenían los mismos problemas y el mismo enemigo.

Finalmente, lo que daba coherencia a su teoría era la dialéctica que tomó de Hegel: para ambos significa que todas las cosas están en movimiento y en evolución, y todo cambio se produce  mediante  el choque de elementos antagónicos: dentro de cada elemento vivo (tesis) existe una contradicción, su opuesto (antítesis), ambos están en perpetua  lucha  y  hacen  nacer  un  elemento  nuevo  (síntesis)  que  supera  a  los anteriores. Aplicada esta teoría a la Historia, recibe el  nombre  de “materialismo histórico”. El marxismo viene a ser una descripción dialéctica del capitalismo, de las condiciones que provocarán finalmente su caída.

3.2. El materialismo histórico:

Marx  difería  de  Hegel  en  un  sentido  fundamental.  Mientras  Hegel  subrayaba  la primacía de las  ideas en el cambio social, Marx hacía hincapié en la primacía de las condiciones materiales. Marx  entendía por materialismo que el elemento básico de la sociedad era económico.

De su visión de la historia, su tesis más conocida es la que afirma la relación dialéctica o de tensiones e  influencias entre la base económica (infraestructura) y la ideología político-jurídica (superestructura).  Las causas finales de todos los cambios sociales y políticos que se dan, en el presente y en el pasado, hay que buscarlas no en la voluntad de los hombres, sino en los modelos de producción e intercambio.

La historia de todas las sociedades que han existido es un proceso continuo de luchas de clases y una oposición constante entre grupos sociales antagónicos. La descripción del desarrollo histórico era aproximadamente como sigue: las condiciones materiales, o las relaciones de producción (sistemas de propiedad, recursos naturales, tecnología, etc.) dan origen a unas clases económicas. Las condiciones de la Edad Media producen una clase terrateniente o feudal, pero con el cambio de las rutas comerciales, en el dinero, y en las técnicas productivas, surge una nueva clase comercial o burguesa. Cada clase, feudal  o  burguesa,  desarrolla  una  ideología  que  conviene  a  sus  necesidades.  Las religiones, gobiernos, leyes y costumbres predominantes, reflejan los conceptos de estas clases. Las dos clases chocan  inevitablemente: 1640, 1789, 1848. Mientras tanto, a medida  que  la  clase  burguesa  se  desarrolla  origina  otra  clase  que  es  su  antítesis dialéctica: el proletariado.

3.3. Análisis y crítica del capitalismo:

Marx  considera  que  el  capitalismo  se  basa  en  una  injusticia  fundamental:  la competencia  tanto  de  productos  como  de  fuerza  de  trabajo.  A  través  del  sistema capitalista, el propietario de un medio de producción obtiene beneficios y de esta forma se apropia de una parte del valor creado por el  trabajador, que no ve compensado su esfuerzo en la elaboración del producto: la diferencia entre el valor creado y el salario es la  plusvalía.  Los  enfrentamientos  entre  estas  dos  clases  resultan  inevitables.  Las primeras reivindicaciones de los obreros serán económicas, para pasar en una segunda fase a ser reivindicaciones políticas.

3.4. La construcción del socialismo.

Para  Marx  y  Engels  el  único  sistema  para  acabar  con  el  modo  de  producción capitalista y la explotación de las clases trabajadoras era la revolución. A lo largo de la historia, nunca un grupo dominante había dejado su estatus de buen grado; por lo tanto, la burguesía no renunciaría  espontáneamente a su dominación de clase y había que derrocarla mediante la violencia. Para Marx, habían de ser los proletarios, organizados a nivel internacional, los que mediante un golpe de fuerza acabasen con ella (rechaza el complot de hombres aislados como propugnan algunos premarxistas).

Una   vez   vencida   la   clase   dominante   se   establecería   el   comunismo,   previa expropiación de la propiedad privada: las clases desaparecerían junto con la explotación del hombre por el hombre; todos serían iguales, pues la propiedad pasa a ser colectiva. Con la supresión de las diferencias y los  antagonismos de clase, el Estado quedaría abolido. En los siglos XVIII y XIX, la burguesía amenazada por el proletariado tenía necesidad del Estado para proteger sus intereses y reprimir a los  trabajadores. En el momento  que  no  quede  clase  por  reprimir,  el  Estado  sería  innecesario.  Entre  el momento de la revolución y el comunismo sería preciso, durante un periodo transitorio, el establecimiento de la dictadura del proletariado por parte del partido comunista que hubiera dirigido el proceso revolucionario. Más tarde el Estado iría extinguiéndose y se emprendería la vía hacia el comunismo: cada uno daría según su capacidad y recibiría según sus necesidades.

4. El anarquismo:

El anarquismo se integró en un primer momento dentro de las corrientes socialistas, porque compartía la crítica al capitalismo y a la propiedad privada de los medios de producción,  así  como  la  creencia  en  la  posibilidad  de  construir  un  orden  social definitivamente justo. Posteriormente, las divergencias crecen hasta que se produce la separación de la corriente anarquista de la socialista. El punto básico de divergencia será táctico. Mientras los socialistas pretenden llegar a la  sociedad justa pasando por la conquista  del  poder  (del  Estado),  los  anarquistas  querían  llegar  directamente  a  la sociedad igualitaria a partir de la destrucción pura y simple del estado burgués.

El movimiento tiene escasa coherencia ideológica y en él caben desde predicadores de la violencia  a apóstoles de la no violencia. Entre los pensadores anarquistas se incluyen Tolstoi, Kropotkin, Proudhon, Bakunin…

Bakunin en su obra exalta la libertad del individuo concebida socialmente (sólo soy libre cuando todos los seres humanos que me rodean son libres). Formula un ateísmo radical y ensalza como instrumento del cambio social la educación popular. Este ideal educativo inspira la actividad de muchos anarquistas que difunden sus ideas mediante la propaganda oral entre masas analfabetas.

Desde  el  punto  de  vista  político,  tres  ideas  básicas:  la  eliminación  del  Estado, elemento  represivo; la  desaparición de  los  ejércitos,  innecesarios al  desaparecer el Estado;  la  creencia  en  la   revolución  campesina  hecha  por  las  masas  de  forma espontánea: rechazo de todo poder y toda autoridad. Según Bakunin, la sociedad nueva, sin Estado, sin poderes institucionales, se montará sobre comunas autónomas, pequeñas células en régimen de autogestión, que podrán federarse o separarse libremente de otras células  similares,  hasta  construir  regiones  o  naciones,  pero  con  total  libertad  para abandonar la federación. En estas comunas la propiedad es colectiva y no se admite la herencia. El ideal anarquista es una sociedad de hombres absolutamente libres que no obedecen más que a su razón.

5.  Los antecedentes de la AIT:

En 1824 se produce en Inglaterra la abolición de las Combinations Laws. A partir de entonces el asociacionismo obrero toma un gran impulso a través de dos caminos:

A través del movimiento cooperativista liderado por Robert Owen que pretendía crear cooperativas de producción que hiciesen la competencia a la empresa privada: llegó a tener  500  cooperativas  y  20.000  miembros.  Por  otro,  a  través  de  la  creación  de sindicatos por oficio (Trade Unions) que  sólo pretendían conseguir mejoras en las condiciones de trabajo y prestarse ayuda mutua, creando un fondo con las cotizaciones que servía para financiar huelgas y para pagar pensiones de orfandad.

Pero  a  la  vez  que  se  desarrolla  el  movimiento  social,  también  se  produce  un importante movimiento político, que pedía el derecho al voto de los obreros como un paso  fundamental  para   mejorar  sus  condiciones  de  vida.  Una  carta  enviada  al Parlamento en 1838 da nombre al movimiento cartista que pedía el sufragio universal y secreto,  parlamentos  anuales,  sueldo  para  los   parlamentarios  y  circunscripciones electorales iguales. A partir de estas peticiones se produce un  gran movimiento de masas,  e  incluso  se  consigue  la  jornada  de  10  horas  (1847).  A  pesar  de  esto,  el movimiento fracasa y el cartismo desaparece tras el fracaso de las revoluciones de 1848 en el continente.

6.  La Iª Internacional:

6.1. La fundación de la AIT, grupos que la componían y estructura de la organización:

La idea de formar una alianza entre las clases trabajadoras se remonta a la revolución francesa,  y  ya   en  la  primera  mitad  del  XIX  surgen  los  primeros  intentos  de internacionalización, llevados a cabo por los emigrados políticos de varios países. Así, cuando en 1864 se funde la AIT, no se le va a dar mucha importancia, aunque su gestión iba a ser definitiva, ya que supo unir a las fuerzas obreras que  estaban surgiendo en Europa.

A mitad  de  siglo  surgen  contactos  entre  los  obreros  franceses  y  británicos  que cristalizarán en  1863 en un llamamiento británico a la solidaridad internacional para defenderse  de  los  empresarios  que  contrataban  obreros  extranjeros  para  bajar  los salarios y boicotear las posibles huelgas. Así, en 1864, apoyada por algunos sindicatos ingleses se funda el Londres la AIT.

En ella había muchas tendencias: entre los ingleses había sindicalistas, los franceses eran   mayoritariamente  proudhonianos,  los  emigrados  polacos  y  húngaros  tenían preocupaciones nacionalistas, los italianos eran republicanos de Mazzini, y los alemanes estaban divididos entre Lasalle y Marx. Ante las desavenencias, Marx recibe el encargo de redactar los  estatutos, tratando de exponer la perspectiva comunista de un modo aceptable para todos: ya en  ellos  defendió la necesidad de crear partidos políticos obreros.

La organización de la AIT no fue muy precisa. Estuvo formada básicamente por un comité  central-  Consejo  General-  con  sede  en  Londres  que  dirigía  unas  secciones locales en sus respectivos países. Tenía la pretensión de celebrar congresos anuales.

6.2. El enfrentamiento Marx- Bakunin:

En el congreso de Ginebra de 1866, se produce un enfrentamiento entre marxistas y proudhonianos. Estos últimos rechazan la huelga y el sindicato ideológico (quieren crear cooperativas  de  producción),  así  como  que  el  Estado  intervenga  en  las  relaciones laborales, pues los marxistas pedían la jornada  de 8 horas y mejoras en el trabajo de mujeres y niños. En las conclusiones finales se ve la victoria de Marx y sus partidarios, y empezaba a estar claro que la internacional era cada vez más un organismo socialista. A partir del congreso de Basilea de 1869, los enfrentamientos tendrían lugar entre los anarquistas de Bakunin y los marxistas. Ambas tendencias diferían básicamente en cómo llevar a cabo la revolución: Bakunin rechazaba el Estado, aunque fuera de forma transitoria, rechazaba la organización y la disciplina que quería dar Marx al movimiento obrero.

El pensamiento de Bakunin respondía más a la situación de los obreros en los países menos desarrollados industrialmente: España, Italia…sobre todo, combate dentro de la Internacional el dominio del Consejo general sobre las organizaciones locales, y acusa a Marx y al consejo de llevar al movimiento obrero hacia un socialismo burocrático de Estado, cuando debería  luchar por una nueva sociedad sin divisiones entre gobernantes y gobernados.

A partir de esta dicotomía se plasman dos tendencias en la Internacional, de las que la marxista era la  más numerosa, e impone sus tesis en la Conferencia de Londres   de 1871. Los bakuninistas rechazan las decisiones de la mayoría y al año siguiente, en el Congreso de La Haya, son expulsados.

6.3. El fracaso   de la Comuna de París y la desaparición de la Internacional:

En julio de 1870 comienza la guerra franco-prusiana que termina en un acontecimiento fundamental para el movimiento obrero: La Comuna.

Después de la derrota de Sedán, los diputados republicanos proclaman en París la República. Como Bismark exige firmar la paz con un gobierno legítimo, se convocan elecciones que ganan los monárquicos. París estalla en una  insurrección y se establece la Comuna elegida por el pueblo. La mayor parte de sus miembros eran trabajadores e intelectuales. Los internacionalistas eran una minoría, pero a pesar de que la rebelión no ha sido preparada por la Internacional, en los 45 días que dura emprende una serie de reformas: requisa de viviendas vacías, anulación de alquileres, restitución de los objetos empeñados en  el  Monte de Piedad, se suprime el  ejército permanente, los talleres abandonados  serán  gestionados  por  los  trabajadores  organizados  en  cooperativas, reforma de la enseñanza (laica, gratuita y proyecto de aumentar las escuelas para niñas). París no recibe ayuda y caerá. La represión es tremenda: el número de muertos no se ha podido precisar, pero se celebran 45.000  juicios y 7.500 personas son deportadas. Las interpretaciones que se han hecho son diferentes: para algunos es la creación de una república obrera, pero por los juicios se deduce que muchos comuneros no tienen una idea precisa de los fines del movimiento en el que han participado.

Aunque solo una pequeña parte de los participantes pertenecían a la AIT, ésta fue considerada  por   las  clases  dominantes  y  los  gobiernos  como  responsable  de  la revolución  obrera.  Con  esta  derrota  y  la  represión  posterior,  la  AIT  comenzó  a desintegrarse. Estas circunstancias, sumadas a la división entre bakuninistas y marxistas provocan el traslado de su sede a Nueva York, y su posterior disolución en el congreso de Filadelfia de 1876
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7.  La IIª Internacional:

7.1. La segunda revolución industrial y la expansión de la clase obrera:

El  periodo  que  va  de  1876  a  1914  se  caracteriza  por  un  desarrollo  económico generalizado. Pero, a pesar de ese crecimiento general, en la primera mitad de los 70 se inicia un periodo de crisis económica que no concluye hasta mediados de los 90 (1873-1896). En este periodo, en particular en los años 80, se produce una espectacular expansión imperialista que tiene por protagonistas a las principales potencias europeas, y por objeto preferente, el continente africano.

La  mortalidad  desciende  y  la  población  aumenta  de  forma  importante.  Pero  las masivas  migraciones  desde  Europa  a  América,  atenúan  el  crecimiento  europeo  y aceleran el de EEUU.

La vida cotidiana de grandes masas se transforma en esta época. En los tres últimos decenios del XIX, la oleada industrializadota afecta a nuevos países, y el predominio de lo urbano sobre lo rural se convierte en la regla, aunque continúan existiendo amplias regiones rurales y atrasadas.

Las  ciudades  se  transforman:  el  alumbrado  eléctrico  va  sustituyendo  al  gas,  la electricidad llega al ferrocarril y los tranvías urbanos, y a finales de los 80 empiezan a funcionar los primeros  metros. El petróleo es con la electricidad la nueva fuente de energía y los coches empiezan a hacerse familiares, en tanto que a finales de siglo se hacen los primeros ensayos de la aviación. La fotografía se populariza y, por su parte, a finales de siglo, el cinematógrafo empieza su camino.

Los  movimientos  sociales  tienen  más  que  nunca  al  movimiento  obrero  como referencia fundamental: es el grupo social mayoritario en las principales potencias. Pero no es sólo en volumen lo que crece la clase obrera, es también en complejidad. Desde los años 80 se suman a la actividad sindical y política sectores de trabajadores que hasta entonces habían permanecido casi al margen:

-           Se incorporan sectores sin gran tradición de lucha ni formación, como los estibadores y mineros, que corresponden a actividades que experimentan un gran crecimiento. El obrerismo amplía su base, ya que hasta entonces había estado centrado en una cierta aristocracia obrera.

-           Por otro  lado, llegan  a  las organizaciones obreras  buen número de trabajadores del creciente sector terciario (técnicos, administrativos, enseñantes, etc.) Estas aportaciones dan al movimiento obrero gran parte de sus cuadros y contribuyen a dar una imagen de respetabilidad y poder social.

La “cuestión social” se convierte en objeto de interés y estudio para sectores ajenos al obrerismo. Se produce una fuerte vinculación entre la historia del movimiento obrero y la historia general:

-           La  depresión  económica  de  1873-1896  es  el  marco  de  la  formación  y consolidación de los partidos socialistas.

-           Las migraciones a América por la crisis llevan la conflictividad obrera al Nuevo Mundo.

-           El  propio  protagonismo  del  SPD  guarda  paralelismo  con  la  hegemonía continental alemana.

-           Las peculiaridades del movimiento obrero inglés, es paralelo al aislacionismo de este país en Europa.

-           Cuando  a  finales  de  siglo  se  ponga en  marcha  una  nueva  internacional obrera, ésta será el marco para el debate de los grandes temas mundiales: el colonialismo y la guerra, aunque acabará fracasando en el intento de para la guerra por los nacionalismos.

Los partidos obreros constituidos en esta época son los primeros partidos modernos, en el sentido de que dejan de ser partidos de notables y pasan a ser partidos de masas. La prensa obrera toma también un importante auge: Vorwärts, Avanti, L´Humanité.

Toda esta pujanza acompañada de una cierta mejoría en las condiciones de vida de los trabajadores, y de un mayor sentido social de la legislación de los estados. A pesar de ello la jornada de 8 horas no se consigue en ningún país antes de 1914.

7.2. La IIª Internacional:

a)  Fundación y estructura: Se celebraba el 1º aniversario de la revolución francesa y  no  hay  una  celebración  unitaria.  Los  socialistas  franceses  posibilistas  lo celebran con las Trade Unions, y por otro lado, los guesdistas (marxistas) con el SPD. De este segundo congreso parte la  iniciativa de crear una internacional. Tras   intentos   anteriores  fracasados,   la   Internacional   renacía   federando organizaciones socialistas de  ámbito  nacional sólidamente arraigadas en  sus países (su verdadero nombre fue Internacional Obrera).

Las diferencias entre la primera y la segunda internacional son grandes:

-       La primera era más heterogénea (partidos obreros, sindicatos, movimientos nacionalistas progresistas) y la segunda era una confederación de partidos obreros semejantes.

-           Frente al enfrentamiento de marxistas y anarquistas de la primera, la segunda pronto estableció su carácter socialista marxista.

-           La incidencia social de la segunda fue muy superior. La primera tenía un estado más brillante (Marx, Bakunin) y un pequeño y heterogéneo ejército; la segunda un gigantesco ejército de millones de trabajadores de todo el mundo. Esta  segunda  internacional creó  los  símbolos del  movimiento obrero:  la internacional y el 1 de mayo.

-           A diferencia del centralismo de la primera, la segunda era una federación de partidos federales autónomos, para a través de congresos trienales conservar una doctrina común y coordinar acciones de ámbito internacional.

b)  La evolución de la internacional. El debate revisionista. Uno de los primeros problemas que enfrenta la internacional, es el de las diferencias entre marxistas y anarquistas, que es rápidamente solucionado con la expulsión de los anarquistas. También se abordan las relaciones  entre partidos y sindicatos. El SPD era partidario de la integración de los sindicatos en la Internacional, pues para ellos era “la escuela del socialismo”. Los sindicalistas británicos y franceses creían que se había de distinguir entre partidos y sindicatos, y que ambos tenían el mismo peso. El resultado de la controversia fue la separación del movimiento socialista y el sindical, con la creación de la Federación Sindical Internacional (hacia 1900).

Una de las polémicas más duras es el debate entre las corrientes doctrinales llamadas reformistas y revisionistas, con la llamada “izquierda revolucionaria”.

El reformismo, representado por los posibilistas franceses (Jaurés) y las Trade Unions,  defendía  el  establecimiento  de  presiones  sobre  los  gobiernos  para conseguir mejoras para  los trabajadores. Renuncian a la revolución violenta y afirman que la emancipación del proletariado se realizaría por evolución pacífica y mediante el juego político.

El revisionismo fundado por Bernstein, hace un análisis del capitalismo de finales del  XIX,  y llega a la conclusión de que los marxistas debían revisar algunas de sus  concepciones políticas y económicas. Atacaba el materialismo histórico y sostenía que en los países evolucionados, la lucha de clases era un fenómeno en vías de   extinción. Defendía la  práctica del SPD, y propugnaba adecuar su doctrina a la práctica real.

Muchos socialistas atacaron las posiciones de Bernstein en el SPD y en la Internacional. Kautsky sostenía que la aparición del imperialismo conduciría a un grave enfrentamiento  entre  las clases sociales y que la revolución era un hecho inevitable que había que conducir. En el mismo sentido intervienen Rosa Luxemburg y Lenin, representantes de la postura más revolucionaria, afirmando que el socialismo no se conseguiría por medio de una evolución pacífica, sino que  el  proletariado  industrial  había  de  ser  el  protagonista  de  una  lucha revolucionaria de carácter internacional. En el Congreso de Ámsterdam de 1904 se condenaron las tendencias revisionistas.

El Congreso de París de 1900 se centró en las estrategias para conseguir el poder político y el problema de las posibles alianzas con partidos burgueses. El problema es que el SPD aspiraba por su fuerza a controlar el Parlamento, y para ello necesitan el apoyo de los partidos burgueses de izquierda. Kautsky redacta un compromiso que dejaba libertad a los partidos para participar en un gobierno burgués, siempre que fuese de manera transitoria y excepcional.

c)  La crisis de 1914:

En el Congreso de Stuttgart de 1907 se debaten los temas del colonialismo y la guerra. Existe un acuerdo general sobre el hecho de que la guerra es una emanación del capitalismo; pero hay  diferencias en las formas propuestas para combatirla, siendo reacios los socialistas alemanes a acordar medidas precisas, como la huelga general en caso de que estalle.

En el Congreso de 1910 se repite la combinación de antibelicismo y falta de medidas concretas contra la guerra. En 1912 se celebra un Congreso extraordinario que supone una importante manifestación contra la guerra. El siguiente Congreso no puede celebrarse, la guerra ha comenzado.

En el  momento que llega la  guerra, puede más el  sentimiento patriótico que cualquier  otra   consideración.  En  ambos  bandos  la  guerra  se  presenta  como defensiva, por lo tanto, justa, y como posiblemente breve y victoriosa.

Una de las últimas esperanzas del pacifismo obrero era el prestigioso Jaurés, resueltamente  antibelicista,  pero  el  31  de  julio  de  1914  caía  asesinado  por  un nacionalista francés. Lo cierto  es que el 4 de agosto, casi a la misma hora, los diputados socialistas franceses y alemanes, votaban a favor de los créditos militares en sus respectivos países. Sólo algunos grupos minoritarios y los partidos socialistas de países neutrales, mantienen el principio del internacionalismo  proletario. Este hecho marcará el declive de la Internacional Obrera.