Los comienzos de la historia del hombre se
sitúan en África. Allí se han encontrado los restos de los homínidos
más próximos a él: los australopitecos, entre los que destacan el
Australopithecus afarensis (entre 4 y 3 millones de años) y el
Australopithecus africanus (entre 3 y 1,5 millones de años). El primer
hallazgo de estos seres fue realizado por Raymond Dart en el año 1924,
en Taung (Transvaal). E1 escenario en el que apareció el hombre, el
mismo que el de aquellos, es el inmenso territorio del África oriental,
una sabana con masas arbóreas y numerosos lagos atravesado, desde el Mar
Rojo al Transvaal, por la enorme falla llamada Valle del Rift.
El más antiguo representante de la especie
humana es el Homo habilis, encontrado por primera vez por Louis Leakey
en Olduwai (Tahzania) en los primeros años sesenta y del que se conocen
algunos otros pocos ejemplares. Se le ha atribuido una antigüedad de
1,75 millones de años (es decir, que convivió con los australopitecos).
Su capacidad craneana era de 750 cm3 y fue el autor de una industria de
cantos talladas que se ha denominado Olduwayense (como los hallazgos de
Melka Kunturé, en Etiopía, o Koobi Fora, al este del lago Turkana). El
siguiente homínido es el Homo erectus, cuyos primeros restos, por
excepción, fueron encontrados por E. Dubois, en 1892, en los aluviones
del río Solo (isla de Java), dándoseles el nombre de Pithecanthropus
erectus, así como el Sinanthropus pekinensis, con varios ejemplares
hallados en Chu-ku-Tien (cerca de Pekín) a partir de 1927. Ambos tipos
se consideran como pertenecientes a Homo erectus en variedades alejadas
por la geografía. También lo son otros especímenes de África oriental,
del norte de África (Ternifine, Argelia, y otros) y de Europa (mandíbula
de Mauer, cerca de Heidelberg; Montmaurin, Alto Garona; Tautavel,
Pirineos orientales, y otros). Los hallazgos europeos y sus yacimientos
se situan entre 500.000 y 300.000 años, pero los africanos y los del
oriente y sudeste de Asia tienen fechas atribuidas en torno al millón de
años. La capacidad craneana de Homo erectus oscilaba entre 800 y 1250
cm3 y, desde sus orígenes en el barranco de Olduwai, produjo el
Achelense, una industria carecterizada por los bifaces y los hendedores,
con bolas y lascas. En su haber cuenta la domesticación del fuego, lo
que le permitió llegar a las regiones periglaciares de Eurasia y
colonizar, a lo largo de más de un millón de años, todo el Viejo Mundo.
El Homo sapiens neanderthalensis apareció
en Europa y en el Próximo Oriente hace unos 300.000 años, perdurando
hasta las primeras fases de la última glaciación, la de Wur (hace unos
35.000 años). Se trató, casi con toda seguridad, de una evolución
gradual y regional del Homo erectus. Su voluminoso cráneo tenía una
capacidad entre 1.300 y 1.750 cm3 y presentaba unos prominentes torus
supraorbital y occipital. Fue el autor de un complejo de industrias
unidas en el Musteriense y basadas en la producción de utensilios a
partir de lascas (principalmente raederas). Además de los enterramientos
ya citados, hay indicios de prácticas rituales: por ejemplo, el cráneo
de un niño de unos doce años de Tashik Tash (Uzbekistán), estaba rodeado
por un círculo de cinco pares de cornamentas de cabra salvaje. Un
hallazgo similar se produjo en la cueva Guattari (Monte Circeo, cerca de
Roma): un cráneo de adulto fue vaciado por el occipital y rodeado de
un círculo de piedras. Este caso sugiere el consumo ritual de la materia
encefálica y, probablemente, lo atestigua de igual modo la antropofagia
encontrada en la cueva de Krapina (Croacia). En sus fases finales, a
causa del clima frío, el hombre de Neandertal utilizó ampliamente las
entradas de las cuevas y los abrigos profundos (Abric Romaní,
Capellades, Barcelona).
El Homo sapiens sapiens, el hombre
moderno, tiene un origen muy antiguo que se sitúa fuera de Europa. Sus
representantes más primitivos se han encontrado en África, donde tienen
fechas de 100.000 años. Pero el exacto origen geográfico es desconocido.
En Europa apareció alrededor del 35.000. Se caracterizaba por la
estabilización del volumen cerebral y la gracilización de su estructura
ósea. Los diversos grupos de Homo sapiens sapiens han sufrido
variaciones en función de la geografía y del clima de las regiones que
progresivamente fueron ocupando, lo que explica las razas actuales. En
el África no mediterránea, con frecuencia se mantiene una situación
prehistórica hasta tiempos recientes: en el desierto de Kalahari, África
del Sur, subsisten aún pequeños clanes de cazadores recolectores en
proceso de aculturación. Por otra parte, el Homo sapiens sapiens llegó a
Australia hace unos 40.000 años y, al igual que ocupó las regiones más
frías del hemisferio septentrional, descubrió América o, en tiempos
mucho mas recientes, gracias a una tecnología perfeccionada, alcanzó
todas las islas del Pacífico.