1. Tiempo y clima.
2. Distribución geográfica de temperaturas y precipitaciones.
3. Climas cálidos.
4. Climas templados.
5. Climas fríos.
Climas polares
Más allá de los Círculos Polares, la característica diferencial de los climas es la ausencia de verano; en ello radica su originalidad. Por esta razón, zonas como el Norte de Siberia no pueden ser consideradas como polares, pues a pesar de sus bajas temperaturas, no carecen de un corto verano.
Dentro de los climas polares hay que distinguir los bordes continentales del norte de Eurasia y América -donde se ponen en contacto las masas de aire polares marítimas y las polareas continentales- de las zonas interiores de Groenlandia y la Antártida, dominadas por altas presiones.
En los bordes continentales, el frente que separa ambas masas de aire da lugar a abundantes precipitaciones en forma de nieve. Las temperaturas, aunque moderadas algo por la influencia marina, son muy bajas; en consecuencia el suelo está permanentemente helado. Sólo se deshiela superficialmente durante dos o tres meses al año en los que las temperaturas rebasan apenas los 0º C; se forman entonces grandes barrizales y se producen corrimientos de tierra que en las áreas habitadas constituyen un grave problema (vías de comunicación, edificios).
El corto período de temperaturas superiores a 0º C, aunque inferiores siempre a 10º C, permite la existencia de una formación vegetal de líquenes, musgos y plantas herbáceas, la tundra, que alterna a trechos con turberas y claros donde el suelo aparece desnudo. En las fachadas orientales de los continentes, la tundra desciende en latitud más que en las occidentales por la influencia de las corrientes marinas frías.
Sobre los casquetes de hielos perpetuos existentes en la Antártida e interior de Groenlandia reina un clima glacial con temperaturas que en el mes menos frío no alcanzan los 0º C. En estas condiciones el desarrollo de la vegetación es imposible. El suelo aparece cubierto de hielo en capas de gran espesor que, por presión mecánica, se va deslizando hacia las orillas, donde se cuartea y forma icebergs: bloques de hielo que flotan en los oceános y que se funden lentamente a medida que alcanzan latitudes más bajas, constituyendo un obstáculo para la navegación.
Las precipitaciones, siempre en forma de nieve, son muy escasas -inferiores a 250mm anuales- , ya que estas zonas están bajo influencia de los anticiclones polares. Por ello, no solo es imposible la vida vegetal, también la vida humana se hace muy difícil, limitándose los asentamientos a las estaciones científicas, en las que el ambiente es totalmente artificial.
Dentro de los climas polares hay que distinguir los bordes continentales del norte de Eurasia y América -donde se ponen en contacto las masas de aire polares marítimas y las polareas continentales- de las zonas interiores de Groenlandia y la Antártida, dominadas por altas presiones.
En los bordes continentales, el frente que separa ambas masas de aire da lugar a abundantes precipitaciones en forma de nieve. Las temperaturas, aunque moderadas algo por la influencia marina, son muy bajas; en consecuencia el suelo está permanentemente helado. Sólo se deshiela superficialmente durante dos o tres meses al año en los que las temperaturas rebasan apenas los 0º C; se forman entonces grandes barrizales y se producen corrimientos de tierra que en las áreas habitadas constituyen un grave problema (vías de comunicación, edificios).
El corto período de temperaturas superiores a 0º C, aunque inferiores siempre a 10º C, permite la existencia de una formación vegetal de líquenes, musgos y plantas herbáceas, la tundra, que alterna a trechos con turberas y claros donde el suelo aparece desnudo. En las fachadas orientales de los continentes, la tundra desciende en latitud más que en las occidentales por la influencia de las corrientes marinas frías.
Sobre los casquetes de hielos perpetuos existentes en la Antártida e interior de Groenlandia reina un clima glacial con temperaturas que en el mes menos frío no alcanzan los 0º C. En estas condiciones el desarrollo de la vegetación es imposible. El suelo aparece cubierto de hielo en capas de gran espesor que, por presión mecánica, se va deslizando hacia las orillas, donde se cuartea y forma icebergs: bloques de hielo que flotan en los oceános y que se funden lentamente a medida que alcanzan latitudes más bajas, constituyendo un obstáculo para la navegación.
Las precipitaciones, siempre en forma de nieve, son muy escasas -inferiores a 250mm anuales- , ya que estas zonas están bajo influencia de los anticiclones polares. Por ello, no solo es imposible la vida vegetal, también la vida humana se hace muy difícil, limitándose los asentamientos a las estaciones científicas, en las que el ambiente es totalmente artificial.
Clima de montaña
Climas equivalentes a los polares en cuanto a temperaturas y precipitaciones se dan en las cumbres con nieves perpetuas y cubiertas por glaciares de algunas montañas de latitudes medias y bajas. Y ello porque la altitud produce el mismo efecto y origina unas condiciones similares a las que produce el aumento en latitud.
La montaña siempre es un elemento discordante con respecto a su entorno, ya que presenta características que no aparecen en las tierras bajas que la rodean, tales como disminución de la presión y de la temperatura con la altura, mayor humedad, al menos hasta cierto nivel, y mayor pureza del aire, que, sin embargo, aparece cada vez más enrarecido. No obstante, y a pesar de estas singularidades, el régimen de montaña obedece, en último término, al tipo de circulación dominante en las latitudes correspondientes. La vegetación es también original y varía según tres factores fundamentales: la latitud a la que se halle la montaña, la altitud y la exposición de sus vertientes a los rayos solares y a los vientos dominantes.
La montaña siempre es un elemento discordante con respecto a su entorno, ya que presenta características que no aparecen en las tierras bajas que la rodean, tales como disminución de la presión y de la temperatura con la altura, mayor humedad, al menos hasta cierto nivel, y mayor pureza del aire, que, sin embargo, aparece cada vez más enrarecido. No obstante, y a pesar de estas singularidades, el régimen de montaña obedece, en último término, al tipo de circulación dominante en las latitudes correspondientes. La vegetación es también original y varía según tres factores fundamentales: la latitud a la que se halle la montaña, la altitud y la exposición de sus vertientes a los rayos solares y a los vientos dominantes.