Marzo 2023

domingo, 12 de octubre de 2025

5 Giros Inesperados de la Historia de España que Cambian lo que Creías Saber del Siglo XIX

 



Más Allá de los Libros de Texto

La historia de España que te contaron es un mito. La narrativa habitual del siglo XIX nos presenta un relato épico y sencillo: un pueblo unido contra el invasor francés, una lucha heroica por un rey cautivo y el nacimiento luminoso del liberalismo en Cádiz. Es una historia de héroes y villanos, de patriotas y traidores. Pero esta versión simplificada esconde una realidad mucho más compleja, contradictoria y fascinante.

Bajo la superficie de esta historia que todos creemos conocer, se esconden dilemas profundos y alianzas impensables. La gloriosa Guerra de la Independencia no fue solo una lucha de liberación, sino también una encarnizada guerra civil. Los llamados "traidores" afrancesados eran, en muchos casos, los mayores modernizadores del país. Y la célebre Constitución liberal de 1812 escondía en su interior una profunda contradicción absolutista. Este artículo desvela cinco de los giros más impactantes de esa época, basados directamente en los hechos históricos, que te obligarán a repensar todo lo que dabas por sentado.

1. Los "Traidores" que en Realidad Querían Modernizar España: El Dilema de los Afrancesados

El término "afrancesado" ha pasado a la historia como sinónimo de traidor. Sin embargo, esta visión ignora una realidad incómoda: muchos de ellos no eran simples colaboracionistas, sino la élite ilustrada del país que vio en la monarquía de José I Bonaparte una oportunidad única para el progreso.

Este grupo estaba formado por cortesanos e intelectuales que, durante décadas, habían visto cómo sus propuestas de reforma liberal eran bloqueadas sistemáticamente por los sectores más conservadores, principalmente la nobleza y el clero. Ante el "vacío de poder" generado por las abdicaciones de Bayona, creyeron que aliarse con el nuevo monarca era la única vía para llevar a la práctica las ideas ilustradas y sacar a España del Antiguo Régimen. Su objetivo no era someter a España, sino modernizarla. La mayor tragedia de los afrancesados fue que, para salvar a España de sí misma, se vieron obligados a aliarse con quienes la invadían, sellando su destino como traidores a ojos de la misma nación que pretendían modernizar.

2. Una Guerra de Independencia... y También una Guerra Civil

La imagen de una España unida luchando contra las tropas de Napoleón es poderosa, pero incompleta. En realidad, el conflicto fue tanto una guerra de liberación nacional como una profunda guerra civil por el futuro modelo de Estado. Desde el principio, la sociedad española se fracturó en dos bandos principales:

  • Los afrancesados: Quienes apoyaron a José I Bonaparte, convencidos de que su monarquía traería las reformas necesarias.
  • Los resistentes patriotas: Quienes se opusieron a la invasión y lucharon en nombre del rey ausente, Fernando VII.

Pero la división más crucial se encontraba dentro del propio bando "patriota". Este no era un bloque homogéneo, sino una incómoda alianza de dos facciones con objetivos totalmente opuestos:

  • Los liberales: Luchaban contra la invasión napoleónica, pero paradójicamente se inspiraban en los mismos ideales de la Revolución Francesa que Napoleón decía exportar: la soberanía nacional y los derechos del ciudadano.
  • Los absolutistas: Compuestos en gran parte por la nobleza y el clero, luchaban contra los franceses precisamente para preservar el orden tradicional, la monarquía absoluta y sus propios privilegios.

Así, mientras se combatía al enemigo común, en el fondo se libraba otra batalla: una por definir si la España post-napoleónica sería una nación liberal o una monarquía absolutista.

3. La Famosa Constitución de 1812: Un Hito Liberal con una Sorprendente Contradicción

La Constitución de Cádiz de 1812, conocida popularmente como "La Pepa", es celebrada con razón como uno de los textos liberales más avanzados de su tiempo. Por primera vez en la historia de España, se establecían principios revolucionarios que desmantelaban el Antiguo Régimen. Entre sus grandes avances destacan:

  • Soberanía nacional: El poder supremo residía en la nación, representada en las Cortes, y no en el rey.
  • Monarquía limitada con división de poderes: El poder legislativo correspondía a las Cortes con el rey, el ejecutivo al rey, y el judicial a los tribunales.
  • Igualdad de los ciudadanos ante la ley: Se ponía fin a los privilegios estamentales de la nobleza y el clero.

Sin embargo, este faro de modernidad escondía una contradicción fundamental: no reconocía la libertad de culto. Como una concesión clave para asegurar el apoyo del influyente sector absolutista, la Constitución imponía el catolicismo como la religión oficial y única del Estado. Esta contradicción enquistó en el ADN político español la lucha entre un liberalismo secularizante y una reacción conservadora anclada en la identidad católica, una fractura que definiría las Guerras Carlistas y llegaría hasta bien entrado el siglo XX.

4. El Retorno del Rey "Deseado": La Mayor Decepción de la Historia de España

Durante los seis años de guerra, la figura de Fernando VII se convirtió en un mito. Conocido como "el Deseado", era el símbolo por el que liberales y absolutistas afirmaban luchar. Su regreso en 1814, tras la derrota de Napoleón, fue esperado con una enorme expectación. La nación, unida en su nombre, esperaba la llegada de un rey que consolidara las libertades por las que habían sangrado. Recibieron, en cambio, a un verdugo.

A su llegada, un grupo de 69 diputados absolutistas le entregó un documento conocido como el "Manifiesto de los Persas", en el que le pedían anular toda la legislación de las Cortes de Cádiz y restaurar la monarquía absoluta. Fernando VII no dudó. El 4 de mayo de 1814, emitió un decreto que derogaba la Constitución de 1812 y toda la obra reformista. Inmediatamente después, desató una "dura represión" contra los liberales. Muchos de los mismos hombres que habían luchado por su regreso y redactado la Constitución en su nombre fueron encarcelados, ejecutados o forzados al exilio. En una de las mayores ironías de la historia de España, el rey por el que habían luchado se convirtió en su principal verdugo.

5. El Golpe Militar que Llevó a España al Liberalismo... y a América a la Independencia

Tras seis años de absolutismo y varios pronunciamientos fallidos, el 1 de enero de 1820, el militar Rafael del Riego encabezó un levantamiento en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) que, esta vez sí, triunfó. La insurrección se extendió y obligó a un acorralado Fernando VII a aceptar la Constitución. Su falta de convicción quedó plasmada en una frase para la historia:

Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional.

Este evento, que dio inicio al Trienio Liberal (1820-1823), tuvo una consecuencia inesperada y de alcance mundial. El éxito del pronunciamiento de Riego fue un factor decisivo para la independencia de las colonias americanas. ¿Por qué? Porque su levantamiento "impidió que embarcaran en España las tropas destinadas a sofocar la rebelión en América". Sin esos refuerzos, las fuerzas realistas en el continente quedaron debilitadas, lo que aceleró de forma decisiva las victorias de los movimientos independentistas liderados por figuras como Simón Bolívar y José de San Martín. Así, un levantamiento liberal destinado a transformar España tuvo como consecuencia más duradera e imprevista la desintegración de su imperio. La lucha por la Constitución en la Península garantizó, sin pretenderlo, la libertad en América.

Los Ecos de un Siglo Convulso

La historia de este periodo es, en esencia, la del choque brutal entre el idealismo de la Ilustración y la cruda realidad del poder. Demuestra que las revoluciones a menudo devoran a sus hijos, que los símbolos pueden traicionar su significado y que las consecuencias de un acto pueden resonar a miles de kilómetros de distancia, cambiando el mapa del mundo para siempre. Estas tensiones no desaparecieron, sino que definieron las fracturas políticas y sociales que marcarían el resto del siglo XIX y gran parte del XX.

La pregunta que queda en el aire es inevitable: ¿de qué manera crees que estas tensiones entre reforma y tradición siguen definiendo los debates en la España actual?