El Códice ha sido denominado a través de los tiempos de varios modos : Iacobus, no muy frecuente, Liber Sancti Iacobi, que alterna con el de Codex Sancti Iacobi, que es la que se ha impuesto últimamente, Codex Calixtinus, según costumbre de los eruditos modernos, Liber Calixtinus y Codex Compostelanus. Todo según referencia del sabio compostelano M.C. Díaz y Díaz (denominado así con acierto por Méndez Ferrín, en reciente presentación de una conferencia sobre el Camino de Santiago). Es el libro una compilación de textos jacobeos, realizado bajo el papado de Calixto II (1119-1124), de quien toma el nombre por atribuírsele algunos escritos en él. No poseemos certeza, por otra parte, de dónde ni quién los compiló, pero sin duda alguna se hizo en la mitad del siglo XII, con referencia expresa al culto de Santiago y los avatares de la peregrinación.
La obra está distribuida en 5 libros, independientes en su temática, pero conectados a través de su intención jacobea. El Libro I contiene todo lo relacionado con el culto de Santiago en su Catedral. Está compuesto de un Leccionario-Homiliario, de un Antifonario-Breviario, y de un Misal para las dos grandes solemnidades jacobeas del 30 de Diciembre y del 25 de Julio. El Libro II es el que refiere 22 milagros realizados por el santo con sus devotos, de los que alguno hemos referido en estas crónicas. El Libro III cuenta la Traslación del cuerpo del Apóstol Santiago, algunas celebraciones litúrgicas, y otros asuntos menores. El Libro IV relata la fantasiosa Historia de Turpín, a la que hemos hecho mención en nuestro artículo sobre Carlomagno, basado el relato en tradiciones carolinas antiguas y generador de otras modernas. El Libro V, el último, comprende la descripción de la ruta de peregrinación, el Camino Francés, con indicaciones topográficas y ambientales muy precisas; con una segunda parte dedicado a la ciudad de Santiago, pero sobre todo a la Catedral., que describe con mayor y menor fortuna de la realidad posterior.
El total del libro compilado es de gran importancia, en tanto en cuanto, proporciona gran información sobre los distintos aspectos que trata, dando la impresión de que la entonces reciente abolición del rito litúrgico hispánico por el romano trataba de establecerse fuertemente en Compostela, trata también de fortalecer el descubrimiento de la tumba del santo, da a conocer la universalidad de la peregrinación y sus costumbres, confirma la importancia del carácter áulico de la empresa con Carlomagno a la cabeza, afirma a Compostela como gran centro de milagros europeos, establece la fama del edifico como el mejor templo de la cristiandad, y otros muchos pormenores y consecuencias que por falta de espacio no podemos relatar.
Todo ello en el gran momento de la peregrinación, en la mitad del siglo XII, el más intenso y el del asentamiento definitivo del Camino de Santiago, que habrá de ser el punto álgido de la carrera del Arzobispo Gelmírez desde su toma de posesión en 1100 hasta la aproximada fecha de su muerte en torno a 1135; fechas límites para la instrumentalización del Códice. Es, en consecuencia, el libro en sí una magnífica joya de la literatura hodepórica, que a pesar de haber sido generado de forma independiente por libros separados y compilados después en una sola obra, tiene carácter de unidad porque potencia desde todos los elementos individuales de la obra la idea única del culto a Santiago y su Camino.
No deseamos nosotros para nuestros lectores introducirlos en un estudio pormenorizado del nombre o nombres del autor o autores de la obra, si fueron realizados los libros independientemente o como un corpus único, el origen y procedencia de concretas obras anteriores de algunos de ellos, de dónde se realizaron los libros y dónde se compiló, de la fecha de compilación, y de otras muchas circunstancias que todavía debate la crítica histórica. Tratamos sólo de proporcionar una mínima información de tan importante libro, al que hemos estado haciendo referencia contínua, del valor del documento para la tradición que perfila esta columna : El Camino de Santiago