Todo esto ocurrió no hace mucho tiempo durante una fría noche de otoño, en un colegio religioso de la provincia de Córdoba, llamado “Espíritu Santo”.
Tras acabar su jornada deportiva el joven alumno, el cual estaba matriculado en dicha escuela, olvidó uno de los libros que trataba sobre la materia que al día siguiente se examinaría de un parcial. Por lo cual, en vista que el ocaso del sol avanzaba, decidió acudir a su escuela, y recoger dicho libro.
Una vez que el joven estuvo frente a la gran valla, que separaba las dependencias municipales de las docentes, decidió saltarla y entrar por unas de las ventanas que pudo observar que permanecía abierta.
Una vez dentro, avanzaba con velocidad hacia su aula, pero algo ocurrió al margen del joven intruso cuando atravesó el umbral de la puerta de dicha aula. Al pulsar el interruptor de la luz, descubrió a una señora de avanzada edad, sentada en uno de los numerosos pupitres.
¿No es ya tarde para que estés aún en el colegio niño? – Dijo la aparente religiosa.
El joven mostró inquietud, confusión y algo de miedo, pero un aura misteriosa relajó todas estas alteraciones en cuestión de segundos.
Lo sé, pero… Olvidé unos de mis libros, y al tener el examen mañana pues… decidí entrar sin permiso… Respondió nervioso.
No te preocupes, no diré nada de esto – añadió la misteriosa mujer, a cambio tendrás que hacerme un favor, dale esto mañana a la directora, ella es buena amiga mía y tengo que devolvérselo.
Por supuesto señora, mañana mismo se lo daré, ¿de parte de quien le devuelvo este rosario? – Preguntó con amabilidad el joven.
Ella ya sabrá de quien es cuando lo vea, gracias – Continuó la extraña – Ten buena noche hijo, hasta pronto.
Ambos se despidieron intercambiando sonrisas. A la mañana siguiente el joven buscó a la directora del centro y le entregó el rosario tallado en madera de color caoba.
¿De dónde has sacado esto? – Preguntó la directora con un tono arisco.
Me lo dio ayer una señora, no se su nombre pero dijo que la conocía a usted – Respondió respetuoso el alumno.
Este rosario era mío, se lo presté a la Madre Patrocinio. La madre Patrocinio falleció en nuestro internado hace tres años, le colocamos este rosario en el cuello en señal de religiosidad.
Tras acabar su jornada deportiva el joven alumno, el cual estaba matriculado en dicha escuela, olvidó uno de los libros que trataba sobre la materia que al día siguiente se examinaría de un parcial. Por lo cual, en vista que el ocaso del sol avanzaba, decidió acudir a su escuela, y recoger dicho libro.
Una vez que el joven estuvo frente a la gran valla, que separaba las dependencias municipales de las docentes, decidió saltarla y entrar por unas de las ventanas que pudo observar que permanecía abierta.
Una vez dentro, avanzaba con velocidad hacia su aula, pero algo ocurrió al margen del joven intruso cuando atravesó el umbral de la puerta de dicha aula. Al pulsar el interruptor de la luz, descubrió a una señora de avanzada edad, sentada en uno de los numerosos pupitres.
¿No es ya tarde para que estés aún en el colegio niño? – Dijo la aparente religiosa.
El joven mostró inquietud, confusión y algo de miedo, pero un aura misteriosa relajó todas estas alteraciones en cuestión de segundos.
Lo sé, pero… Olvidé unos de mis libros, y al tener el examen mañana pues… decidí entrar sin permiso… Respondió nervioso.
No te preocupes, no diré nada de esto – añadió la misteriosa mujer, a cambio tendrás que hacerme un favor, dale esto mañana a la directora, ella es buena amiga mía y tengo que devolvérselo.
Por supuesto señora, mañana mismo se lo daré, ¿de parte de quien le devuelvo este rosario? – Preguntó con amabilidad el joven.
Ella ya sabrá de quien es cuando lo vea, gracias – Continuó la extraña – Ten buena noche hijo, hasta pronto.
Ambos se despidieron intercambiando sonrisas. A la mañana siguiente el joven buscó a la directora del centro y le entregó el rosario tallado en madera de color caoba.
¿De dónde has sacado esto? – Preguntó la directora con un tono arisco.
Me lo dio ayer una señora, no se su nombre pero dijo que la conocía a usted – Respondió respetuoso el alumno.
Este rosario era mío, se lo presté a la Madre Patrocinio. La madre Patrocinio falleció en nuestro internado hace tres años, le colocamos este rosario en el cuello en señal de religiosidad.
GRACIAS POR TU TIEMPO.