A)INTRODUCCIÓN: CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
1.En las elecciones de 1931 ya se percibió la existencia a nivel social e ideológico de dos sociedades, una progresista que apoyó a la República y otra conservadora que se puso al lado de los sublevados:
- Con los sublevados estaban los sectores militares conservadores, los grandes empresarios y terratenientes, los pequeños y medianos propietarios campesinos (especialmente abundantes en Castilla, Navarra y Galicia), la clase media conservadora y los sectores católicos. En este sentido la Iglesia apoyó decididamente la insurrección y la denominó “Cruzada”.
- Fieles al gobierno republicano se mantuvieron los obreros industriales, los jornaleros y yunteros sin tierra, todos estos sectores vinculados al anarquismo y socialismo; y la pequeña burguesía y clase media progresista, ligada a los partidos republicanos moderados.
2.Al estallar la guerra civil, España quedó escindida en dos zonas, con dos economías distintas y dos configuraciones sociopolíticas diferentes:
- La zona republicana era más importante a nivel demográfico, comprendiendo las regiones más industrializadas y los mayores núcleos urbanos -lo que pronto crearía graves problemas de abastecimiento- y predominaba una agricultura de agrios, olivos y productos hortícolas. Por el contrario, la zona franquista apenas si tenía industria pero disponía de una gran producción agrícola (trigo, leguminosas, maíz, patatas) y ganadera, por lo que no se encontró con la agobiante cuestión de los abastecimientos de la zona republicana.
- En el plano socio-político, la evolución también fue diferente, en la zona republicana la tónica fue la desunión y la conflictividad interna, especialmente evidente en los primeros meses de la guerra, en los que existió una verdadera dualidad de poderes (gobierno/organizaciones obreras y sindicales). En el bando sublevado había, sin embargo, un control total por parte del ejército de los recursos militares y económicos y un poder único e incuestionado, primero colectivo y luego en manos del general Franco.
3.La guerra no fue sólo una guerra entre ejércitos, la presencia de civiles en ambos bandos fue relevante
y ello se explica por el grado de tensión y enfrentamiento alcanzado
entre los distintos grupos políticos y sociales en los meses anteriores
a la contienda. Los milicianos republicanos, adscritos a diferentes
partidos y sindicatos (anarquistas, comunistas, socialistas), jugaron un
papel clave, sobre todo al comienzo de las hostilidades; mientras, en
el bando insurrecto los civiles fueron encuadrados en cuerpos armados
organizados y muy disciplinados como las banderas falangistas o los
tercios requetés (carlistas).
4.Por otro lado, cabría destacar la dimensión internacional del conflicto. La guerra se convirtió en un precedente de la Segunda Guerra Mundial, de la que fue un campo de pruebas
(países como Alemania probaron sus nuevas armas), y dividió a la
opinión pública europea (prensa, intelectuales, etc.). Desde el
principio los dos bandos recurrieron a ayuda extranjera y,
al cabo de unas semanas, todas las potencias tenían definida su
política con respecto a la guerra: Italia y Alemania, las potencias
fascistas europeas, apoyaron sin fisuras a los insurgentes, también el
Portugal del dictador Salazar; Inglaterra se mantuvo neutral y a la
espera, aunque sus sectores conservadores esperaban que ganara Franco;
Francia y EEUU optaron por neutralidad y defraudaron las expectativas
que tenía el gobierno republicano en la ayuda francesa; la Unión
Soviética apoyó a la República para contrarrestar la intervención
decidida de las potencias fascistas; México apoyó también a la República
abiertamente, aunque con escasa capacidad. En ambas zonas combatieron extranjeros:
en el bando republicano, decenas de miles de voluntarios izquierdistas
de toda Europa encuadrados en las Brigadas Internacionales; en el
franquista fue esencial la presencia de técnicos, asesores y numerosas
tropas alemanas (Legión Condor) y, sobre todo, italianas; también hubo
un reducido número de voluntarios prorebeldes irlandeses y portugueses.
B) LAS ETAPAS DE LA GUERRA
a) La sublevación militar (julio 1936)
La
conspiración, preparada por los cambios introducidos en el mando
militar durante el bienio radical-cedista y articulada entorno a la
Unión Militar Española, se materializó en la sublevación militar del 18 de julio,
comenzada en las posesiones africanas y Canarias y extendida
inmediatamente a la Península. Las primeras jornadas fueron claves: el
golpe no fracasó pero tampoco triunfó en la mayoría de las principales
ciudades: la guerra civil se hizo inevitable, producto de la indecisión en que había quedado la situación.
La sublevación, con su éxito en unas zonas y su fracaso en otras (particularmente significativas fueron Madrid y Barcelona), dividió España en dos zonas
desde los comienzos: los sublevados se afianzaron en la Meseta Norte,
Navarra, Álava, Galicia y la mitad occidental de Aragón (área rural en
la que predominaban pequeños propietarios católicos y tradicionalistas),
además dominaban Cáceres, áreas localizadas de Andalucía (triángulo
Sevilla-Jerez-Cádiz, Granada y Córdoba), Canarias, Baleares (salvo
Menorca) y las colonias del Sahara, Marruecos y Guinea Ecuatorial. Los
republicanos controlaban el resto, más industrial y urbano.
b)Marcha sobre Madrid (1936)
Desde el principio, el objetivo prioritario de los sublevados era Madrid,
sobre la que se lanzó una ofensiva simultánea desde el sur (Franco) y
el norte (Mola). Precisamente el ejército del norte también tuvo como
objetivo inicial aislar la cornisa cantábrica de la frontera francesa, lo que se consiguió con la toma de Irún y San Sebastián. Mientras, los republicanos fracasaron en un doble frente:
por un lado el fallido intento de desembarco en Mallorca, por otro, la
imposibilidad de romper la línea defensiva franquista en Aragón, a pesar
de la presión de las columnas anarquistas de Durruti.
Desde el sur el coronel Yagüe y el ejército de África inició en Agosto la marcha sobre Extremadura
que permitió unir las dos zonas rebeldes (Andalucía occidental y
Castilla-Norte); la toma de Extremadura llevó añadida una fuerte
represión, especialmente tras la toma de la ciudad de Badajoz. La
siguiente etapa supuso la caída de Toledo y la presión sobre Madrid.
El peligro inminente obligó al gobierno republicano a abandonar la
capital y a la creación de una Junta de Defensa para organizar la
defensa de la capital. Madrid consiguió resistir con la ayuda de las
Brigadas Internacionales, recién llegadas a España.
c)Madrid y el frente norte (1937)
En 1937 los objetivos de los sublevados eran Madrid, la costa mediterránea andaluza y la cornisa cantábrica. En el primer caso se fracasó (batallas de Jarama y de Guadalajara), mientras que las otras dos campañas fueron un éxito: se tomó Málaga,
a la que siguió una dura represión sobre la población, y se producjo la
caída de todo el frente norte, desde Bilbao hasta Gijón. La caída del frente norte fue un desastre para la República,
ya que perdió una cuarta parte de su ejército y permitió a los
franquistas eliminar un frente y concentrarse en el resto, a la vez que
lograr el acceso a una importante zona industrial.
Frente
a los éxitos rebeldes, las ofensivas republicanas no lograron los
resultados pretendidos, lo que favoreció el desaliento y la crisis
interna en sus filas. Las batallas de Brunete (ofensiva para aliviar el frente de Madrid) y la de Belchite
(ofensiva en Aragón para frenar el avance franquista en el norte) no
lograron buenos resultados, desgastando al ejército republicano.
d)Corte de la zona republicana y batalla del Ebro (1938)
En
1938 se desencadena una guerra de desgaste en el frente de Aragón y el
área del Ebro que se convirtió en decisiva: a la ofensiva republicana
que había conquistado Teruel (diciembre de 1937) respondió el bando
rebelde con una contraofensiva que terminó por abrirle el camino hacia
el Mediterráneo y partir en dos la zona republicana.
El ejército republicano, a la desesperada y para frenar el avance hacia
Valencia lanzó todo su potencial sobre el frente situado en el río
Ebro; esa ofensiva terminó conviertiéndose en una guerra de posiciones
que duró tres meses y debilitó hasta el extremo al ya debilitado
ejército republicano. Conocida como Batalla del Ebro, abrió paso a la toma de Cataluña y a un fin cercano de la guerra.
e)El final de la guerra(1939)
En los primeros meses de 1939 se completó la conquista de Cataluña,
lo que provocó la huida masiva de población civil hacia el exilio a
través de la frontera francesa. La República, debilitada y reducida
territorialmente a Madrid, Andalucía oriental, la Mancha y Levante,
entró en una fase de crisis interna,
de verdadera guerra civil entre los partidarios de la resistencia hasta
el final (jefe de gobierno Negrín) y la rendición (general Casado) a
finales de marzo.
C)LA EVOLUCIÓN POLÍTICO-SOCIAL EN LA ESPAÑA REPUBLICANA Y LA ESPAÑA FRANQUISTA
a)La revolución en la guerra. La España republicana
Uno de los problemas que tuvo que afrontar durante la guerra el gobierno republicano fue la financiación
de la contienda, que le obligó a recurrir al endeudamiento, la
inflación y el oro del Banco de España. Este oro sirvió en parte para
financiar el apoyo soviético y comprar en el mercado negro armamento a
precios altísimos.
Desde
el punto de vista social, se produjo una radicalización de posturas
como respuesta al golpe militar, lo que desembocó en una auténtica revolución con una doble faceta:
- La represión: en los primeros meses de guerra el poder estuvo, en buena medida, en manos de sindicatos y partidos y el caos se adueñó de la situación. Se creó una dualidad de poderes, por un lado la autoridad muy debilitada del gobierno; por otro, la mas efectiva de los comités y milicias populares. Este dualismo favoreció los excesos por parte de los sectores radicales, cuya represión afectó a militantes fascistas y de derechas, miembros de la nobleza, eclesiásticos, etc. (fusilamientos de Paracuellos del Jarama, asalto y destrucción del patrimonio religioso, etc.). La creación de un gobierno estable y con autoridad a partir de otoño de 1936 redujo significativamente los excesos represivos.
- Una dimensión social: Se intervinieron y ocuparon fábricas y tierras que fueron colectivizadas. Las fábricas fueron o bien intervenidas (en las zonas de mayor implantación socialista) o fueron incautadas (en zonas de implantación anarquista). En un caso y en otro, la dirección de la empresa recayó en los comités obreros. Esta gestión industrial resultó fallida y sumió al sector en cierto caos. Por otro lado, se aceleró en las zonas republicanas el proceso de reforma agraria, mientras en algunas zonas como Aragón los anarquistas crearon algunas colectividades campesinas.
En lo referido a la dinámica política,
el desorden y el caos imperó en los primeros meses en los que el poder
efectivo estuvo más en los comités de obreros, sindicatos y partidos
políticos que en el gobierno republicano moderado de José Giral. A partir de septiembre, la constitución de un gobierno de concentración republicano presidido por el socialista Largo Caballero
pretendió restablecer la autoridad y dar una dirección unitaria a la
guerra creando un ejército y una policía única, y desmantelando las
milicias armadas. Sin embargo, la República se vió afectada por una
fuerte inestabilidad debido al conflicto entre anarquistas y comunistas
que llegó a provocar enfrentamientos armados (Barcelona, 1937). Esta
situación provocó la caída de Largo Caballero que fue sustituído por
otro socialista, Negrín, cuyo gobierno se vió también afectado por las tensiones entre los distintos partidos y sindicatos.
b)La contrarevolución. La España franquista
El bando rebelde tuvo que enfrentarse desde el principio con importantes problemas monetarios y financieros:
por un lado tuvo que actuar desconectando monetariamente las dos zonas
en guerra, por otro lado buscó urgentemente financiación, recurriendo a
los ingresos fiscales, incautaciones y requisas y a los créditos
exteriores de Italia y Alemania.
La política de la nueva autoridad militar estuvo dirigida, principalmente, a destruir toda la labor reformista llevada a cabo por la República:
se derogó la legislación laica y aconfesional republicana, lo que la
Iglesia agradeció declarando a la sublevación como “Cruzada Nacional”;
se suprimieron partidos políticos y sindicatos creándose una sola
organización política y un único sindicato que, al estilo fascista,
incluía a obreros y empresarios (sindicatos verticales); se paralizó la
reforma agraria, devolviendo las tierras a sus antiguos propietarios, y
se eliminaron las autonomías existentes, declarándose España como “Una,
Grande y Libre”.
En este bando la represión fue
diferente: en la zona republicana la represión tuvo menor intensidad,
centrada en los primeros meses de guerra y producto de las milicias que
actuaban al margen del gobierno; mientras, en el bando franquista la
represión tuvo carácter sistemático
y pretendía aniquilar al adversario político y atemorizar a los
sectores sociales más humildes, obreros y jornaleros, entre los que
tenía más apoyo el Frente Popular. En algunos lugares, el proceso
represivo tuvo un cáracter muy trágico: tras la conquista de Badajoz, en
agosto de 1936, varias miles de personas fueron asesinadas; la toma de
Málaga también provocó una durísima represión.
La articulación política de la zona rebelde tuvo tres fases sucesivas: en una primera existió un mando militar colectivo (Junta de Defensa Nacional); en una segunda, en septiembre de 1936, se concentró el mando político y militar en manos del general Franco,
que fue nombrado “Generalísimo de los ejércitos” (la muerte de Sanjurjo
en accidente facilitó su nombramiento), y fue asesorado por una Junta
Técnica del Estado; finalmente, a partir de 1938, se constituyó ya un gobierno propiamente dicho con sede en Burgos. Otro aspecto clave fue la unificación de todos los grupos políticos que apoyaban el levantamiento en una sola organización: por el decreto de unificación de 1937 se constituyó Falange Española Tradicionalista y de las JONS. De esta manera la concentración de poderes fue total y se configuró un nuevo Estado de tipo autoritario.