El famoso pintor holandés fue uno de los principales exponentes del post – impresionismo, al pintar 900 cuadros, de los cuales 27 eran autorretratos y 148 acuarelas) y 1600 dibujos durante el transcurso de tan solo 10 años (desde 1880 a 1890). Sin embargo, la gran calidad de su obra fue reconocida recién después de su muerte, considerándose uno de los grandes maestros de la pintura occidental.
Su carrera pictórica está muy influenciada por los lugares donde vivió y trabajó. La primera etapa se dio en los Países Bajos (1880-1886), donde la pintura tradicional en colores terrosos, fue lo que más influyó en obras como Los comedores de patatas y pinturas sobre tejedores. También realizó numerosos dibujos de mineros, de personajes populares y copió varias de las obras de su pintor favorito, Millet.
La siguiente etapa, en París (1886-1887), es la que lo pone en contacto con los impresionistas que pretendían romper con el academicismo de la época. Allí conoció pintores como Henri de Toulouse-Lautrec y Paul Signac, descubrió una nueva percepción de la luz y el color y mostró una mayor simplificación e mayor intensidad en el tratamiento de los colores en sus obras.
Quizá Van Gogh representó mejor el post - impresionismo, donde los pintores hacen de la vida cotidiana su tema principal, aunque su obra también se destaca por el uso del color y la frenetica, técnica que contiene algunos características similares a las del expresionismo.
Un dato importante es que la pérdida de su oreja se debió a una discusión con quien entonces era su amigo Gauguin, y su muerte en 1890 se debió a una enfermedad mental (posiblemente un trastorno bipolar o un síndrome de epilepsia). Actualmente varias de sus pinturas están entre las más caras del mundo, y con algunos récords importantes.