La historia de David y Goliat, que se encuentra en el libro de Samuel (1,17) de la Biblia, es un ejemplo clásico de una guerra asimétrica, en la que dos bandos con fuerzas muy dispares se enfrentan. Sin embargo, la sorprendente realidad es que, en este tipo de conflictos, los grandes "solo" han vencido en el 71% de las ocasiones durante los últimos doscientos años. Este resultado nos hace reflexionar sobre la importancia de la habilidad, la estrategia y la determinación en la guerra, más allá del poderío militar.
Según el relato bíblico, los filisteos habían sitiado a los israelitas durante cuarenta días antes del combate. Durante este tiempo, el gigante Goliat, posiblemente un mercenario de la ciudad de Gat, se había burlado y desafiado constantemente al aterrorizado ejército israelita. Goliat medía 2,90 metros de altura, llevaba una armadura que pesaba más de cincuenta kilos y su espada pesaba más de seis kilos. Sin embargo, su frente estaba desprotegida, lo que le costaría la vida.
Cada vez que Goliat entraba en combate, requería la ayuda de un escudero para acercarlo al campo de batalla, donde buscaba invariablemente el cuerpo a cuerpo. Se cree que esto se debía a un problema visual. Por otro lado, el improvisado adversario de Goliat fue David, un joven pastor de la tribu de Judá, quien más tarde se convertiría en rey. A diferencia de Goliat, David era ágil y veloz, y tan solo disponía de una tela y una cuerda que utilizaba como honda para lanzar piedras a gran distancia.
Cuando se enfrentó al filisteo, Goliat le gritaba constantemente a David que dejara de moverse y que se acercara más, pero David trataba de evitarlo por todos los medios. De forma sorprendente, y en contra de todo pronóstico, la piedra de David impactó en la frente de Goliat, haciéndolo caer al suelo. Acto seguido, David tomó la espada del filisteo y le cortó la cabeza.
Esta historia nos muestra que, aunque el poder y la fuerza pueden ser importantes en la guerra, la habilidad, la estrategia y la determinación pueden ser igualmente cruciales para lograr la victoria. La historia de David y Goliat sigue siendo un recordatorio de que incluso aquellos que parecen más débiles e insignificantes pueden lograr grandes hazañas si tienen la voluntad y la determinación de hacerlo.
El libro de Samuel es uno de los libros históricos del Antiguo Testamento de la Biblia cristiana y del Tanaj judío. Se divide en dos partes, Samuel I y Samuel II. El capítulo 17 del primer libro relata la famosa historia de David y Goliat.
Según el relato, los filisteos estaban sitiando a los israelitas y Goliat, un guerrero gigante, desafiaba diariamente a los soldados de Israel a un combate individual. Goliat medía aproximadamente 2,90 metros de altura y llevaba una armadura pesada. Los soldados israelitas estaban aterrorizados y nadie se atrevía a enfrentarse a él.
David era un joven pastor de ovejas de la tribu de Judá que había venido al campamento israelita a llevar provisiones a sus hermanos. Al ver el desafío de Goliat y la falta de valentía de los soldados israelitas, se ofreció a luchar contra él. A pesar de que el rey Saúl intentó disuadirlo, David insistió y finalmente recibió permiso para pelear.
A diferencia de Goliat, David no llevaba una armadura pesada, sino que simplemente llevaba una honda y algunas piedras. Cuando se encontró con Goliat en el campo de batalla, este último lo ridiculizó por su juventud y por su falta de armadura. Pero David confiaba en Dios y sabía que su causa era justa.
En el momento del combate, David lanzó una piedra con su honda que impactó en la frente de Goliat, haciéndolo caer al suelo. David corrió hacia él, tomó su espada y le cortó la cabeza. La victoria de David fue vista como un gran triunfo para los israelitas y como una señal del poder de Dios.
La historia de David y Goliat ha sido utilizada como un ejemplo de cómo la fe y la valentía pueden superar las desventajas en situaciones de conflicto. También ha sido una inspiración para aquellos que enfrentan situaciones de desigualdad o adversidad.