Imagina vivir en un mundo donde el tiempo se desordena. Un año comienza en primavera, pero las estaciones no encajan. Las cosechas fallan, las fiestas religiosas se celebran en días erróneos y nadie sabe con certeza cuándo empieza realmente el nuevo año. Así vivían los romanos… hasta que Julio César dijo: basta.
Era el año 46 antes de Cristo. César, gobernante absoluto de Roma, comprendía que un imperio necesita algo más que ejércitos: necesita orden, incluso en el tiempo. Y así, con la ayuda del astrónomo egipcio Sosígenes de Alejandría, diseñó un calendario nuevo: el juliano.
Basado en el ciclo solar y no en la luna, ese calendario tenía 365 días… y un día extra cada cuatro años. Sí, César inventó el primer año bisiesto. Por primera vez, Roma caminaba al ritmo del sol, y el tiempo empezaba a fluir con lógica.
Aunque siglos después el papa Gregorio XIII lo ajustaría (creando el calendario gregoriano, que usamos hoy), la base es la misma. Cada vez que miras el calendario de tu móvil o marcas una fecha importante… estás usando una herramienta nacida en la mente de un romano.
Un legado del pasado que aún organiza nuestro presente.
> ¿Y tú? ¿Qué harías si tuvieras el poder de cambiar el modo en que contamos el tiempo?